Aunque no tan mediático como otros casos conocidos a
nivel nacional, durante las últimas dos semanas de febrero, tuvo lugar el
juicio por la muerte del pequeño Imrán.
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| LNE: Lugar donde apareció el cuerpo |
Dos eran los investigados que se sentaban en el
banquillo: Fadila Chardou, progenitora del pequeño y David Fuentes, pareja por
aquel entonces de Fadila.
Durante todo el proceso que se alargó a 9 días, fueron
pasando diferentes testigos de toda esta escalofriante historia, así como
finalmente tuvieron lugar las periciales realizadas por los expertos.
Sin entrar mucho en lo lacerante del caso, fueron los
informes psicológicos y psiquiátricos los que arrojaban la verdadera naturaleza
de este crimen cometido en tierra asturiana.
Apenas había prueba tan contundente que los vincularan
con los hechos, como el maltrato habitual al que el niño había sido sometido
durante al menos, su último mes de vida. Una prueba que, como responsables
legales del bebé, era más que suficiente. A tal lógica evidencia, había que conocer
cuál había sido la motivación, en definitiva qué se escondía tras aquellos dos
jóvenes que debían haber cuidado del pequeño Imrán.
Los informes psicológicos de ambos exponían con certeza,
claros signos de trastornos de la personalidad en los investigados.
Tras el estudio realizado a David, los peritos llegaron
a un diagnóstico de trastorno límite de la personalidad acompañado de una dependencia
al alcohol y la cocaína, acentuada ésta por un abuso puntual de otro tipo de
drogas, lo que podríamos calificarlo de politoxicómano.
En cambio, Fadila sorprendía a los expertos que habían
confeccionado su informe psiquiátrico. Les había desconcertado tanta frialdad,
tan poca expresión de desconsuelo en una joven madre que acababa de perder a su
hijo de la manera más atroz. Lo habían atribuido en un principio a que, dentro
de una escala de normalidad, las personas actuamos de distinta manera ante la
muerte de un ser querido, pero un hecho totalmente puntual les hizo cambiar de
idea y junto a mas pruebas posteriores, no había dudas de sus inconfundibles
rasgos psicopáticos.
Para poder entender los hechos, que no justificarlos,
habría que ahondar aún más en la biografía de ambos sujetos pero que, sin ir
mucho más atrás en el tiempo, y sin alejarnos de la realidad plasmada en el
mismo proceso oral, se podría perfilar
los hechos criminales en base a un estudio conductual de los ahora ya
condenados.
Las partes tanto de David como de Fadila si bien hacían
una llamada al jurado popular en cuanto a que David era un “pelele” enamorado
de su chica y que por lo tanto haría todo cuanto fuera por ella, y sobre Fadila
pintaba una especie de víctima del maltrato que poco tenía de cierto como para
convencer a un jurado que tenía en sus manos una compleja misión: hacer
justicia la muerte del pequeño Imrán.
Según se sucedían los días de la vista oral, atrás quedaba
aquel margen de error que me dije a mí misma que haría en cuanto a la
existencia de un posible maltrato
habitual en la joven Fadila. Atrás iba quedando cualquier vestigio de un
maltrato entendido como violencia de género, atrás quedaban los intentos de la
defensa por demostrar que más que su inocencia, lo que se estaba probando en
aquel proceso, era el rol de víctima de su clienta.
A nivel criminológico nada disiente del veredicto del
día 2 de marzo, nada se aleja de la conclusión final pero que como siempre
abogamos los criminólogos, el vacío en el proceso judicial es evidente y bien
hubiera podido ir acompañado de un buen informe conductual sobre los
investigados para una mejor reconstrucción de los hechos.
Con la información obtenida tan solo como audiencia
pública, se pudo realizar una pseudoperfilación conductual (y digo pseudo
porque bien hubiera sido más completa y certera con todo el expediente en mano
para un posterior estudio criminológico)
Al margen de la sentencia y condena ya efectuadas,
perfilaremos una hipótesis en base a la información obtenida durante la vista
oral que se celebró a lo largo de 9 días.
| El Comercio: Fadila y David en la primera sesión del proceso oral. |
El trastorno límite de la personalidad de David era conocido desde hace algo más de 10 años, un trastorno que debía tratar para
controlar su frustración e impulsividad y consiguiente agresividad, un cóctel
molotov junto a su gran dependencia al alcohol y las drogas a lo que hay que
sumarle antecedentes de maltrato a otras parejas previas a Fadila.
En todo momento quedó clara la relación tóxica que
mantenían los investigados, una relación de poco menos de un año que se iba
agravando según la frustración de David brotaba cada vez que éste pretendía
amedrentar a una Fadila no tan sumisa como describía su letrada.
Poco dominio podía ejercer sobre ella, al menos no tanto
como el que deseaba. Una Fadila desafiante que le retaba en cada discusión, una
mujer con carácter que posiblemente no siempre se dejaba intimidar.
Cada intento fallido por someter a Fadila disminuía por
cien su baja tolerancia a la frustración y aumentaba por consiguiente el
maltrato colateral que sufría el pequeño. Así llegaba el día en que una vez más
la madre de Imrán lo había enfrentado, una insumisión que le venía grande
acostumbrado siempre a salirse con la suya. Así le llegó la muerte al pequeño
Imrán.
Una muerte anunciada durante meses que su madre nunca
evitó. Instinto de supervivencia egoísta.
De poco sirvieron los intentos de David por reanimar al
pequeño una vez fue consciente del grado de su agresividad, aquella vez se
había excedido, pero había que sobrevivir, tenía que ocultar el cuerpo.
Mucho dio que hablar la forma en cómo se encontraba el
cuerpo del menor en el interior de la maleta. Envuelto con total meticulosidad
con la chilaba que solía vestir y recién lavado, sin ningún rastro de sangre ni
fluido que dejara evidencia de la última agresión. Un trato más bien propio del
último acto de “cuidado” y “respeto” que bien revelaba un lazo emocional entre la
víctima y quien realiza el episodio de amortajamiento. Fadila encubría así el
final de su hijo, le había vuelto a fallar.
33 años y 5 meses para cada uno de ellos. A Imrán parece
que se le ha hecho justicia pero nadie le devolverá la vida.

He llegado de rebote a este blog (Por el lamentable suceso de Gabriel) y la verdad que me he leído las entradas del tirón, están muy bien redactadas. Lastima del abandono del mismo, pero si por casualidad aun llega este mensaje a la autora, pues lo dicho.
ResponderEliminarUn saludo!
Agradecida inmensamente por tu comentario.
ResponderEliminarEs un placer que hayas disfrutado de todas las entradas.
Espero volver a retomar el blog, es un aliciente saber que hay gente que lo lee.
Un saludo!