domingo, 3 de enero de 2016

ANDERS BREIVIK: EL TEMPLARIO DE OSLO

La tranquilidad de Noruega se vio truncada una calurosa tarde de julio de 2011. Era viernes y como preámbulo al fin de semana en pleno verano, la capital de Oslo se preparaba con su calma habitual para disfrutar del maravilloso tiempo del que se estaba gozando en la ciudad. Algunos ya en las terrazas y otros ultimando y cerrando detalles en sus puestos de trabajo con la mirada puesta en su momento de ocio y expansión.

Oficina del Primer Ministro Noruego
Bastaron unos segundos para romper el sosiego y convertir en añicos más de un kilómetro de diámetro en la ciudad. Imperaba el caos, el pánico y la confusión. La gran sábana de humo que se iba apoderando del centro de la ciudad, los gritos y la gente corriendo desorientada y confusa, recreaban aquellas imágenes que 10 años atrás habían visto tras las pantallas de sus televisores, era su 11S.

La magnitud era, si había que decir por suerte, inferior. Aquella bomba elaborada a base de fertilizante y combustible, había dejado la cifra de 8 muertos y miles de heridos. Después de la Segunda Guerra Mundial, era el primer ataque terrorista al que se enfrentaba uno de los estados que conforman Escandinavia.

A tan solo 40 kilómetros, en la isla de Utoya, 600 jóvenes del partido Laborista, un partido socialdemócrata noruego de centroizquierda, se habían concentrado en la isla con el objetivo de aprender más sobre política y disfrutar de todo lo que les brindaba aquel paraíso. Acababan de conocer la terrible noticia del atentado por familiares que contactaban con ellos a través de los teléfonos móviles, familiares que, ajenos a lo que estaba a punto de ocurrir en la isla, se sentían aliviados porque sus hijos estaban en un lugar tranquilo y apartado del asalto que acababa de sufrir la capital.

No dio tiempo a asimilar la cruel noticia. En cuestión de minutos y durante dos horas, comenzaba la supervivencia.
Breivik en el círculo rojo rodeado de cadáveres

Un hombre vestido de policía abría fuego nada más desembarcar en el muelle. Con total tranquilidad y de una forma muy metódica, iba abriendo fuego a todo aquel que tenía delante. Lo hacía a quemarropa, siempre a una distancia muy corta, necesitaba sentir la cercanía de sus víctimas. Durante más de 90 minutos se mantuvo incesante en su cometido, terminó con la vida de 69 jóvenes y marcaría la de otros 531.

¿Quién era aquel hombre camuflado de policía que había violado la serenidad de aquella isla idílica? ¿Había sido casualidad aquella masacre en medio del impensado atentado a Oslo?

Breivik durante el juicio en 2012
Detrás de aquel policía se ocultaba Anders Behring Breivik. Un hombre que se auto describía como un antiguo trabajador de la banca, empresario millonario años atrás, inteligente y motivado. ¿Pero motivado en qué sentido? Esta era la descripción detallada sobre sí mismo en un manifiesto de unas 1500 páginas redactadas por él, “Declaración de independencia de Europa”.

El manifiesto deja al descubierto quién es y qué se esconde tras la persona de Breivik.
Para nada nos encontramos ante una persona con un nivel de inteligencia bajo, todo lo contrario. Hay que tener en cuenta las 1500 páginas que redacta, en las cuales se mantiene firme ante la reivindicación de la recuperación de Europa para la cristiandad. Lo divide en tres partes (autobiográfica, discurso político y manual terrorista), en las que explica las cuatro etapas en las que se divide su misión, la de limpiar Noruega y Europa entera de todos los musulmanes y castigar a los políticos que propugnan el multiculturalismo.  Dentro de esas cuatro etapas, hay que destacar la manera en que vive en la granja donde vivió mientras preparaba todo el arsenal necesario para sus atentados. Ni tan siquiera levantó sospecha alguna, sus escasos vecinos lo calificaban de una persona normal, el típico noruego. Ni qué decir tiene lo determinante que fue el atentado de Oslo, un “ataque anzuelo” para despistar a toda la comunidad noruega y mantener todo el despliegue de servicios de urgencias en un solo punto para tener tiempo más que de sobra para su objetivo real. El contacto directo con sus víctimas, el lugar donde realmente disfrutó, donde llevaría a cabo su escarmiento a la sociedad.

Su modus operandi ya estaba escrito antes de que lo llevara a cabo. En su manifiesto relata cómo serían los atentados y lo llevó prácticamente a rajatabla. Está todo escrito, el antes, el durante y el después. Como antes mencionaba, divide su misión en cuatro etapas dentro de las cuales va describiendo sus intenciones en forma de instrucciones. En un primer lugar, crea credenciales falsas para recaudar y gastar 140.000€ en su operación terrorista. Compra todo el equipo y materiales necesarios durante un largo periodo de tiempo para evitar levantar sospechas y en una semana prepara las bombas y la munición. Emplea una semana para minimizar el riesgo de ser capturado con las manos en la masa.

En la última etapa, la de la ejecución de sus ideas terroristas, se auto desea suerte a él mismo: “Buena suerte y desata un infierno”. Entre líneas de las cuatro etapas hay cinco puntos a destacar por haber formado parte de su modus operandi:

  • -          Llevar a cabo el tiroteo en Utoya no solamente era perfecto por la congregación de jóvenes ideales que allí estaban reunidos si no que, era geográficamente perfecto tras el atentado de Oslo porque la policía no tenía la capacidad suficiente como para llegar a tiempo a la isla.
  • -          El disfrazarse de policía también lo llevó a la realidad de la masacre: “creará confusión y dudas al enfrentarse a agentes hostiles y nos granjeará al menos 1 o 2 segundas extra que necesitamos para neutralizar cualquier amenaza potencial”.
  • -          Recomienda el uso de esteroides para volver a la época de los templarios y dar vida a la forma en que se vivían las cruzadas: “Toma prestado un cadáver para resucitar el alma”.
  • -          Citaba algunos objetivos prioritarios para llevar a cabo un ataque en solitario, siendo uno de ellos la escena del crimen en la isla que coincidía con una conferencia: “Reuniones anuales de los partidos políticos Multiculturalist Alliance 100”.

De ideología visiblemente de extrema derecha, es un fanático del cristianismo que quería terminar con la expansión del islam en gran parte del mundo, amenaza que percibía como xenófobo e islamófobo que es. Parecía querer reproducir lo que en su día se conocía como “cruzadas”, campañas militares para restablecer el control cristiano que, durante siglos su principal objetivo estaba en contra de los musulmanes entre otros, como los judíos.

El ejército cristiano en las cruzadas

Se puede presumir un comportamiento desviado en su conducta. Siendo fiel a su ideología, antes de perpetrar la masacre, sube a internet un vídeo anti islamista y una serie de fotos suyas vestido de caballero templario, otra portando la parafernalia de los masones, otra con un traje pensado para una guerra biológica y por último una en la que aparece vestido como un caballero noruego. Todas ellas sin obviar el atuendo de policía del que se sirve para acabar con la vida de los presentes en la isla.

Son muchos los expertos en la conducta, psicólogos forenses, etc los que denotan un trastorno narcisista o paranoide de la personalidad o al menos rasgos característicos de dichos trastornos.

El ítem narcisista lo encontramos en el grupo de trastornos que se distinguen por ser dramáticos y emocionales y en el mismo Breivik en su fantasía y obsesión proyectada hacia la extrema derecha, haciendo especial mención a la indumentaria y su forma ególatra de sacarse fotos. En el mismo manifiesto explica que, aun pudiendo parecer un poco gay, está bien maquillarse un poco antes de sacarse una foto.

El rasgo paranoide entra dentro de las personalidades excéntricas y raras que se caracterizan por una dificultad en sus relaciones interpersonales. En cormobilidad con el paranoide, estaría el esquizotípico que en conjunto describen la personalidad patológica de Breivik.

Esta alteración tiene su inicio al principio de la edad adulta pudiendo presentarse en la infancia. En el caso de Anders, su infancia fue aparentemente normal y poco traumática pero la separación de sus progenitores le influyó hasta el punto en que los nombra en el manuscrito achacándole a su madre el que fuera una “feminista moderada” que en cierto modo le había afeminado un poco, y a su padre, reprochándole haberse olvidado de sus cuatro hijos.

El patrón esquizotípico presenta distorsiones cognoscitivas o perceptivas y excentricidades, y Breivik deja en su manifiesto su gesto de grandiosidad y creencias fanáticas hacia un partido político extremo, así como su idea de referencia y obsesión por limpiar su religión que cree atacada por la invasión de otras, lo que le lleva a una excesiva ansiedad social.


Firme ante su misión y su doctrina templaria, ha empezado a formarse en ciencias políticas desde la prisión donde actualmente se encuentra cumpliendo una condena de 21 años, intervalo que será prorrogable en caso de seguir suponiendo una amenaza para la sociedad. 
Ajeno al dolor de las familias de las 77 víctimas que se cobró para saldar su encomienda, Breivik es un joven que solamente empatiza y se emociona con su exagerada concepción política y religiosa, con unas ideas ancladas que perforan más allá de la realidad y que recrean una época que nada tiene que ver con la nuestra.



Enlace a juicio Anders Breivik. Fuente: Youtube. 2012.



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